lunes, 30 de marzo de 2015

JOSÉ GONZÁLEZ – Vestiges & Claws (Imperial Recordings, 2015)



CRÓNICA DE UNA DESILUSIÓN EN CUATRO PARTES

INTRODUCCIÓN
Antes de entrar en materia con el esperadísimo nuevo trabajo de José González, debo hacer un par de aclaraciones que pongan al lector en contexto. La primera, soy fan confeso de este hombre. En serio, me parece un genio. Segunda, nunca he sido, ni lo soy ahora, un gran seguidor del género. Me gusta el rollo cantautor, sí, y he escuchado cosas aquí y allá, pero valga como ejemplo representativo que descubrí a Nick Drake y su conmovedor Pink Moon hace poco más de un año. Seguidor apasionado del alumno mucho antes que de su maestro.
Este alumno aventajado, sueco de origen argentino, no es precisamente lo que suele denominarse como autor prolífico. Tres largas duraciones en doce años en su carrera solista (otros proyectos al margen, como Junip) y más de siete de brecha entre el anterior y éste, son un dato concluyente. Tan larga espera y el estatus que él mismo se ha construido en la escena indie no pueden generar sino altas expectativas ante la recepción de Vestiges & Claws. Veamos qué opina El blog de Melomaniacs, tras esta humilde introducción.

NUDO
Parece ser que González ha decidido vestirse y salir a tocar a la calle. Lejos queda ya aquel José desnudo y tímido que tocaba resguardado entre las sombras de Veneer. A menos distancia, el que, a punto de cerrarse la noche, tocaba bajo la farola solitaria de In Our Nature. Y no es que ahora, permítaseme la expresión, sea la alegría de la huerta en sus composiciones o en su lírica; obviamente no. Su música sigue siendo reposada e introspectiva y sus letras siguen planteando dudas sobre la existencia humana en el mundo actual, pero en ambas se percibe un cambio de actitud general que viste el conjunto de su tercer álbum. Es música de atardecer, de atardecer de esperanza y alegría contenida.
Es eso. Precisamente eso. Vestiges & Claws es un cambio de humor definitivo en su música. El resultado es más optimista, más colorido, más revestido de nuevos sonidos. Varios de estos matices ya aparecían ocasionalmente en su trabajo anterior, pero aquí se asientan como agente común en la gran mayoría de temas, en los que encontramos muchas percusiones, más guitarras, voces dobladas, coros, palmas, flautas, cellos, silbidos… El conjunto se presenta mucho más variado y alegre al oído, hecho reforzado por las letras, que, según el propio autor, “son más claras y menos autoindulgentes”. En el apartado de producción, González ha decidido autogestionarse, optando por un sonido algo rugoso y distorsionado, lo que a mi entender supone un acierto dada la naturaleza del artista y de su aproximación al público: se pretende una cercanía real, cotidiana, callejera, humana. “It’s in his nature”, podríamos decir. Un trabajo de estudio totalmente nítido e impoluto no hubiera sido coherente.

DESENLACE
A partir de este momento, abandono el modo descriptivo y resuelvo esta reseña como si de una tragedia se tratara: a través de las emociones. Y mi emoción principal es la desazón, el desencanto. No puedo mentir, tengo problemas con el álbum. Le he dado cien repasos y no consigo que me guste y, claro está, lo que no entra no entra, no es cuestión de forzarse. A bote pronto, atisbo dos motivos principales: uno, me gusta muchísimo más el José González desnudo y compungido de Veneer o de Cycling Trivialities que esta versión esperanzada y animada; y dos, el álbum empieza con un temazo increíble que me recuerda demasiado a ese José solitario del primer álbum. Ese inicio ha supuesto un arma de doble filo: me gusta demasiado y hace que no me guste demasiado el resto. Todo lo que más me hacía vibrar de su música acaba en el último segundo del corte inicial en Vestiges & Claws. Drama.
Aprecio la evolución y la entiendo: es totalmente lógica respecto a sus dos álbumes anteriores. Aprecio obviamente la calidad compositiva y técnica. Aprecio muchos de los arreglos. Pero no vibro. No me emociono como cada vez que escucho Remain, Crosses, Hints, All We Deliver, Lovestain, Deadweight on Velveteen, o la apoteósica Cycling Trivialities. Incluso con Down the Line y con sus magníficas versiones, Heartbeats o Teardrop. No siento ese espectro de estados al que me transportan esos temas y que abarcan desde pasión contenida, desgarro, recogimiento o extraña tensión, hasta esa esperanza comedida inherente a la melancolía. No cierro los ojos y dejo que sus dedos y su voz me mantengan en un trance imperturbable. No me entran ganas de llorar mientras sonrío. Es más, es acabar la espectacular apertura, With the Ink of a Ghost, y me aburro. Me aburro y no os podéis imaginar lo que me jode publicar esto.


EPÍLOGO
Los artistas evolucionan con el tiempo y lo plasman en sus propuestas, al menos muchos de ellos, y es algo que siempre aplaudiré, aunque, como en este caso, no me convenza el resultado. Hace años alguien me dijo que Radiohead debería haberse cambiado el nombre tras el OK Computer porque era una vergüenza que siguieran publicando álbumes tan diferentes bajo el mismo nombre. No puedo estar más en desacuerdo, pero de esto se trata, de que cada uno opinemos a nuestra manera. No me ha gustado el álbum reseñado pero, de momento, sigo creyendo en José González y mantengo la esperanza de que crezca con el tiempo. Buena prueba de ello es el vinilo de este Vestiges & Claws que está esperando a mi llegada a casa para ser abierto.
 

Puntuación: 5,5/10

2 comentarios:

  1. A mi me pasó algo parecido con algunas canciones, ¡es una pena! Pero en directo González con este disco te hace cambiar un poquito de opinión. :-)

    ResponderEliminar
  2. ¡Eso espero! La vez que lo vi en directo hace años me impresionó de la hostia, es un grande. Si nada falla, podré estar en su directo del Primavera Sound y escuchar los temas nuevos, que seguro que ganan ;-)

    ResponderEliminar