lunes, 30 de marzo de 2015

MERKABAH - Moloch (Instant Classic, 2014)


BENDITA ESQUIZOFRENIA

Tremendo descubrimiento el de estos polacos imposibles de etiquetar. Me ha picado el gusanillo y, buscando referencias, he leído que "son" desde Avant-Prog, Avant-Metal y Avant-Jazz a Free Jazz y Post Metal, pasando por post-hardcore, drone y math rock-metal. Los etiquetadores debéis estar relamiéndoos. En resumen: avantgarde rock-metal-jazz progresivo e instrumental. Yo añadiría que también experimental y psicodélico. Y cósmico-sideral. Tócate las pelotas. Para los amantes de lo bizarro, como es mi caso, esto es una delicia. El disco podría casi considerarse una sola pieza de 50'; realizar una escucha sin interrupciones es más que recomendable. Menudo viaje. Para mí, mucha reminiscencia a King Crimson, Larval y John Zorn, con también algo de Shining (los noruegos, obviamente) y The Mars Volta. Su sonido destaca por su excelso y esquizofrénico saxo, por su complejidad rítmica, dinámica y compositiva, y por ser un precioso e inacabable caos sonoro que te abruma y no te concede un segundo de respiro. Quizás cojea un poco por la producción, pero vaya, que para mí esto es una verdadera joya que desde ya mismo en lo mejor de 2014 con carácter retroactivo.

La descarga gratis en su bandcamp compensa la ausencia de edición en vinilo y el sold out del CD, del que solo se lanzaron 200 copias. ¡Corred insensatos!


Puntuación: 8/10

ENVY anuncia la salida de su 6º álbum

El grupo de culto japonés Envy ha anunciado a través de su página web el lanzamiento de su 6º álbum de estudio, que verá la luz el 13 de mayo a través de Temporary Residence Limited en Norteamérica y de Rock Action en Europa. El título es "Atheist's Cornea", constará de 8 cortes y supone la continuación de "Recitation", su anterior trabajo, fechado en 2010. 
  Asimismo, la banda ha aportado detalles de su tour de presentación del álbum, que por el momento solo goza de fechas en territorio japonés, donde el 2 de junio compartirán escenario ni más ni menos que con This Will Destroy You. La única fecha confirmada a día de hoy fuera de territorio nipón es la del festival francés Hellfest, donde un servidor tendrá el privilegio de asistir al concierto de estas leyendas musicales del siglo XXI.

JOSÉ GONZÁLEZ – Vestiges & Claws (Imperial Recordings, 2015)



CRÓNICA DE UNA DESILUSIÓN EN CUATRO PARTES

INTRODUCCIÓN
Antes de entrar en materia con el esperadísimo nuevo trabajo de José González, debo hacer un par de aclaraciones que pongan al lector en contexto. La primera, soy fan confeso de este hombre. En serio, me parece un genio. Segunda, nunca he sido, ni lo soy ahora, un gran seguidor del género. Me gusta el rollo cantautor, sí, y he escuchado cosas aquí y allá, pero valga como ejemplo representativo que descubrí a Nick Drake y su conmovedor Pink Moon hace poco más de un año. Seguidor apasionado del alumno mucho antes que de su maestro.
Este alumno aventajado, sueco de origen argentino, no es precisamente lo que suele denominarse como autor prolífico. Tres largas duraciones en doce años en su carrera solista (otros proyectos al margen, como Junip) y más de siete de brecha entre el anterior y éste, son un dato concluyente. Tan larga espera y el estatus que él mismo se ha construido en la escena indie no pueden generar sino altas expectativas ante la recepción de Vestiges & Claws. Veamos qué opina El blog de Melomaniacs, tras esta humilde introducción.

NUDO
Parece ser que González ha decidido vestirse y salir a tocar a la calle. Lejos queda ya aquel José desnudo y tímido que tocaba resguardado entre las sombras de Veneer. A menos distancia, el que, a punto de cerrarse la noche, tocaba bajo la farola solitaria de In Our Nature. Y no es que ahora, permítaseme la expresión, sea la alegría de la huerta en sus composiciones o en su lírica; obviamente no. Su música sigue siendo reposada e introspectiva y sus letras siguen planteando dudas sobre la existencia humana en el mundo actual, pero en ambas se percibe un cambio de actitud general que viste el conjunto de su tercer álbum. Es música de atardecer, de atardecer de esperanza y alegría contenida.
Es eso. Precisamente eso. Vestiges & Claws es un cambio de humor definitivo en su música. El resultado es más optimista, más colorido, más revestido de nuevos sonidos. Varios de estos matices ya aparecían ocasionalmente en su trabajo anterior, pero aquí se asientan como agente común en la gran mayoría de temas, en los que encontramos muchas percusiones, más guitarras, voces dobladas, coros, palmas, flautas, cellos, silbidos… El conjunto se presenta mucho más variado y alegre al oído, hecho reforzado por las letras, que, según el propio autor, “son más claras y menos autoindulgentes”. En el apartado de producción, González ha decidido autogestionarse, optando por un sonido algo rugoso y distorsionado, lo que a mi entender supone un acierto dada la naturaleza del artista y de su aproximación al público: se pretende una cercanía real, cotidiana, callejera, humana. “It’s in his nature”, podríamos decir. Un trabajo de estudio totalmente nítido e impoluto no hubiera sido coherente.

DESENLACE
A partir de este momento, abandono el modo descriptivo y resuelvo esta reseña como si de una tragedia se tratara: a través de las emociones. Y mi emoción principal es la desazón, el desencanto. No puedo mentir, tengo problemas con el álbum. Le he dado cien repasos y no consigo que me guste y, claro está, lo que no entra no entra, no es cuestión de forzarse. A bote pronto, atisbo dos motivos principales: uno, me gusta muchísimo más el José González desnudo y compungido de Veneer o de Cycling Trivialities que esta versión esperanzada y animada; y dos, el álbum empieza con un temazo increíble que me recuerda demasiado a ese José solitario del primer álbum. Ese inicio ha supuesto un arma de doble filo: me gusta demasiado y hace que no me guste demasiado el resto. Todo lo que más me hacía vibrar de su música acaba en el último segundo del corte inicial en Vestiges & Claws. Drama.
Aprecio la evolución y la entiendo: es totalmente lógica respecto a sus dos álbumes anteriores. Aprecio obviamente la calidad compositiva y técnica. Aprecio muchos de los arreglos. Pero no vibro. No me emociono como cada vez que escucho Remain, Crosses, Hints, All We Deliver, Lovestain, Deadweight on Velveteen, o la apoteósica Cycling Trivialities. Incluso con Down the Line y con sus magníficas versiones, Heartbeats o Teardrop. No siento ese espectro de estados al que me transportan esos temas y que abarcan desde pasión contenida, desgarro, recogimiento o extraña tensión, hasta esa esperanza comedida inherente a la melancolía. No cierro los ojos y dejo que sus dedos y su voz me mantengan en un trance imperturbable. No me entran ganas de llorar mientras sonrío. Es más, es acabar la espectacular apertura, With the Ink of a Ghost, y me aburro. Me aburro y no os podéis imaginar lo que me jode publicar esto.


EPÍLOGO
Los artistas evolucionan con el tiempo y lo plasman en sus propuestas, al menos muchos de ellos, y es algo que siempre aplaudiré, aunque, como en este caso, no me convenza el resultado. Hace años alguien me dijo que Radiohead debería haberse cambiado el nombre tras el OK Computer porque era una vergüenza que siguieran publicando álbumes tan diferentes bajo el mismo nombre. No puedo estar más en desacuerdo, pero de esto se trata, de que cada uno opinemos a nuestra manera. No me ha gustado el álbum reseñado pero, de momento, sigo creyendo en José González y mantengo la esperanza de que crezca con el tiempo. Buena prueba de ello es el vinilo de este Vestiges & Claws que está esperando a mi llegada a casa para ser abierto.
 

Puntuación: 5,5/10

domingo, 29 de marzo de 2015

A FOREST OF STARS – Beware the sword you cannot see (2015, Prophecy Productions)



Sinceramente, no conocía de nada a estos ingleses, pero los vi catalogados como Psychedelic Black Metal y, obviamente, no me pude resistir. Tras varias escuchas me tienen ganado.
Este septeto, cuya temática y estética nos remite a la Inglaterra victoriana de siglos pasados, es uno de esos grupos imposibles de clasificar con facilidad ya que sería necesario el uso de multitud de adjetivos, etiquetas o clichés. Ante semejante situación, siempre encaja el término progresivo, ¿verdad? Bien, además de elementos y estructuras progresivas, encontramos momentos avantgarde, psicodélicos, ambient y folk, al mismo tiempo que podemos afirmar que el oyente no tiene la sensación constante de estar escuchando black metal. La alternancia de estilos es constante en la construcción de unos temas que, además de compleja, nos conduce a un laberinto de sonidos y pasajes en el que exploramos multitud de atmósferas y emociones. A todo ello también contribuye un repertorio vocal amplio (rasgadas típicas del género, limpias, rollo avantgarde, femeninas, discursos…) y una instrumentación de lo más variada, que incluye teclados, violines, sintetizadores, flautas…
El cuarto álbum de estos británicos se inicia con un auténtico temazo, titulado Drawing Down to Rain. Las atmósferas de teclado con acompañamiento de batería y bajo crean un misterioso inicio al que rápidamente se suman las guitarras con un riff de metal progresivo implacable.  Quien, como un servidor, se desvirgara con A Forest of Stars con este corte, en este primer minuto, debería pensar que la etiquetación estilística anotada previamente no era sino un error, pero aquí el único error es anticipar qué será lo siguiente en invadir nuestros oídos. Antes de poder buscar referencias ante semejante entrada, se une a la fiesta un violín para crear un avant-prog-folk-metal que apenas dura unos segundos, ya que la primera explosión blackmetalera no se hace esperar. Poco después, un discurso corta la avalancha sónica y abre paso a un nuevo e inesperado camino sonoro… y solo llevamos poco más de tres de los nueve minutos y medio del corte. Esto es lo que nos espera y no puede pintar mejor.
Podría diseccionar cada una de las canciones de este tremendo lanzamiento, pero espero que baste con esta humilde reseña para alimentar el hambre de descubrirlo por uno mismo. En mi caso, la primera de ellas no me permitió despegar los auriculares de mi cabeza y la escucha completa del disco lo ha convertido en uno de mis favoritos de este inicio de año.
Beware of The Sword You Cannot See es uno de esos álbumes que no deberían pasar desapercibidos en la escena metalera de 2015. Tiene todos los ingredientes necesarios: excelente calidad compositiva, gran nivel técnico, altas dosis de creatividad y, por encima de todo, una energía especial que te polariza inexorablemente hacia su música. Hay feeling, hay enganche. Pero eso no es todo, porque algo me dice que no es una atracción exclusiva para los amantes del black; estoy convencido de que estamos ante un álbum “aglutinador”, de aquellos que puede hacer las delicias de un amplio abanico de oyentes. Si eres amplio de miras y estás dispuesto a emprender un viaje mágico e impredecible, emotivo y oscuro, evocador y contundente y psicodélico, solo tienes que dejarte entrar en el universo de A Forest of Stars. Todavía no te imaginas qué se siente al contemplar las estrellas desde lo más hondo de su nebuloso y fantasmagórico bosque.



Puntuación: 8/10 
Webs: oficial / facebook 
Sello: Prophecy

STEVEN WILSON - Hand.Cannot.Erase (Kscope, 2015)

RESEÑA A FONDO

Estreno este blog con esta reseña a fondo del último álbum de uno de mis músicos favoritos de todos los tiempos: el gran Steven Wilson

Como ya es habitual, cada lanzamiento del señor Wilson produce un sobresalto en la comunidad prog por la cantidad de expectativas que genera con todos y cada uno de ellos. Desde el hiato indefinido de Porcupine Tree, éstas se han concentrado en su carrera en solitario, y no es para menos, teniendo en cuenta la excelsa calidad de sus tres obras previas. En su ópera prima, Insurgentes, rompía la mayoría de moldes a través de su vertiente más drone/ambient/industrial, desconocida para algunos. En su segundo opus, Grace for Drowning, nos deleitaba con un álbum triple (¡!) que me atrevo a definir como rock progresivo contemporáneo, con todo lo que el término abarca, en el que muestra una cierta continuación lógica con el sonido de los últimos álbumes de PT. En su critically acclaimed The Raven that Refused to Sing, observamos un giro hacia un rock progresivo de corte más clásico, más setentero. Ante este cuarto disco, y tras escuchar el teaser, la pregunta era clara: ¿hacia dónde esta vez, Steven?
Quien conoce a Steven Wilson es consciente de que su abanico de influencias es caleidoscópico. También lo es de que se regocija en su propio eclecticismo musical y que retroalimenta su ego mediante la posición de líder-antihéroe que adopta en la escena… Esta explosiva combinación podría llevarle a patinar en algún momento, pero no lo hace. Álbum tras álbum mantiene la grandeza de su esencia y nos la presenta con aires renovados, tanto en sonido como en influencias. En Hand. Cannot. Erase viste su prog característico de pop, declaración que puede asombrar en primer término, pero que será fácilmente asumida al escuchar el disco. Y es Wilson: el resultado es excelente.

En este disco conceptual, que se sirve de la historia real de una joven con una vida corriente que murió en su apartamento de Londres y nadie notó su ausencia hasta los tres años como excusa para profundizar en la realidad de la vida moderna y tecnológica en las ciudades, el polifacético inglés nos ofrece su trabajo más variado hasta la fecha. Al margen de su repertorio de influencias habitual, en el que el jazz queda un poco de lado (los vientos de Theo Travis solo aparecen en un corte), introduce muchos elementos pop (género del que se confiesa gran seguidor), electrónicos y, ocasionalmente e hilando más fino, dream-pop, trip-hop y shoegaze. La pretenciosidad de la obra se ve compensada con una calidad excelsa en todos los apartados. Podemos destacar su asombrosa habilidad para fusionar infinidad de estilos e influencias en un mismo disco e incluso canción, haciéndolos funcionar a la perfección, donde la producción juega un papel fundamental ya que resalta las diferentes aristas de su música en cada momento sin restar uniformidad al conjunto, que, ante una escucha completa sin interrupciones, se despliega con total coherencia sonora. Asimismo, consigue que su banda de virtuosos actúe como tal, sin que su música sea pedante, dando lugar a que todos ellos sean protagonistas y siervos del álbum al mismo tiempo. En último lugar, nos ofrece una versión mejorada y más variada de su voz, una de sus limitaciones más evidentes.
En cuanto a la estructura del disco, pasamos de los 6 cortes de The Raven a 11, que oscilan entre los casi dos minutos y los trece. La aproximación popera y la mayor variedad compositiva así lo provoca. El álbum se abre con una intro, se cierra con una outro y transcurre entre cortes oscilantes en minutajes y sonidos, en los que podemos adivinar reminiscencias setenteras a lo King Crimson o Pink Floyd, incluso Rush; observar el evidente poso opethiano presente en muchos instantes; desatarnos con los riffs más pesados y enrevesados como fruto del gusto de Wilson por Tool y Meshuggah; o deleitarnos con las partes más catchy en las que imperan estribillos pegadizos y composiciones pop-rock. Destripemos las canciones una a una.

1. First Regret: la intro del álbum crece entorno a sintes y melodías dulces de piano. Poco a poco el piano desaparece, el ambiente se va cargando y acaba por desvanecerse.
2. 3 years older: la primera gran pieza del álbum. Su inicio se me antoja una mezcla de Time Flies y Luminol, en el que la fusión de la guitarra acústica con la caña del resto de la banda genera una sensación sonora espectacular. De repente, te sientes enganchado por una melodía simple pero efectiva, setentera onda Camel. El tema se sumerge en un laberinto de fragmentos que se dispersan en modo prog y art rock y que te devuelven al pegadizo estribillo sin que te des cuenta. Por el camino, excelente trabajo vocal de Nick Beggs a los coros y virtuosismo desbocado de todos los músicos.
3. Hand Cannot Erase: confirmación de que en este disco vamos a encontrar sonidos inauditos en sus tres predecesores. La parte más popera del genio de Hemel Hempstead sale a relucir y la instrumentación contribuye a ello: guitarra de 12 cuerdas, multitud de teclados, coros femeninos… En algunos momentos, creo percibir la sensibilidad de temas como Trains o Lazarus, así como el arrebato de Harmony Korine en la explosión de salida del estribillo.
4. Perfect Life: no voy a fluir tanto en las posibles referencias de este tema (aunque el propio Wilson nos ayuda con citas literales: Dead Can Dance, Filth, This Mortal Coil) ya que nunca me he adentrado verdaderamente en el género que domina en la pista. Dream pop, shoegaze, trip hop… Sobre una base triphopera transversal en todo el corte se edifica un auténtico temazo, con un discurso inicial que deriva en un excelente trabajo vocal, nuevamente, con una minimalista letra en bucle que se ancla en nuestra cabeza, y una cantidad de sonidos, capas, atmósferas y ecos que hacen de esta cuarta canción uno de los momentos que más recordaremos del disco.
5. Routine: inicio clásico de Wilson, al que añade en esta ocasión voces femeninas y corales. Hacia el tercer minuto, el tema desemboca en una acústica solitaria a la que rápidamente rodea una atmósfera muy Storm Corrosion. Tras una transición con un gran solo del sr. Govan, las voces graves femeninas nos conducen al apogeo del tema, en el que cantan de forma épica una estrofa a recordar: Routine keeps me in line / Helps me pass the time / Concentrates my mind / Helps me to sleep.
6. Home Invasion: momento para la caña. El metal característico de Wilson rollo Fear of a Blank Planet, que destila Tool y Meshuggah, en forma de riff entrecortado que finaliza con una salida opethiana a muerte. A partir de ahí, podría seguir sonando a Opeth, a los Opeth actuales, es decir, a los 70’. Wilson y Åkerfeldt, dos genios hermanados que beben de las mismas fuentes… Mucho Pink Floyd y hasta Rush. Quizás lo más psicodélico del álbum.
7. Regret #9: unida a Home Invasion se presenta esta canción que pretende volarnos la tapa de los sesos a base de solos absolutamente impresionantes. Tras los recitales de Adam Holzman a las teclas y Guthrie Govan a las seis cuerdas, acompañados por el sublime Marco Minnemann a las baquetas, un epílogo nos da descanso y nos conecta con
8. Transience: corte que me lleva por momentos al Grace for Drowing y a Storm Corrosion (nuevamente). Casi tres minutos de arpegio acústico, voces y una atmósfera combinación de brillos y sombras con las voces y los efectos.
9. Ancestral: llegamos al tema más largo del disco y quizás al más complejo y, para mi gusto, más completo. Wilson recupera la magia de Theo Travis (perdida en el resto del álbum) en la construcción del mismo. Avanza por terrenos ambient y electrónicos y, como es habitual en su música, estalla en un momento prog de potencia contenida. Escuchamos voces femeninas, algunas rollo soul, orquestaciones de cuerda. Cómo te gusta, Steven. Nos prepara poco a poco para la segunda mitad de la canción con un desarrollo muy Crimson: un riff en 7/4 en bucle, brevemente interrumpido, sobre el que se construye el núcleo del tema y que da paso a un riff de lo más oscuro del disco, que nos lleva a la parte más cañera y pesada tanto de esta décima canción como de su cuarto trabajo. Los dos minutos finales, tras un pequeño respiro, son una delicia barroca que amalgama los diferentes sonidos aparecidos durante los once previos. Temazo.
10. Happy Returns: el cigarro de después de Ancestral y del disco entero. Haber concluido sin este tema, siguiendo el símil, hubiera sido como finalizar un gran polvo vistiéndose deprisa y corriendo y saliendo de la habitación sin mirar atrás. Aquí encontramos el disfrute del reposo, de la recuperación del aliento, con esta creación clásica en estructura y desarrollo de Wilson, que recoge a la perfección la esencia poprockera y emocional del propio tanto del autor (Blackfield, Cover Versions, finales de discos de PT como In Absentia, Stupid Dream, The Incident…) como del álbum. Iniciada con el mismo fraseo de piano que la intro, me parece un genial camino para llevarnos de la mano hasta la outro.
11. Ascendant here on…: piano y atmósfera dream pop para acompañarnos al final de este gran viaje que es Hand. Cannot. Erase.

Si bien es cierto que no puedo afirmar que este álbum me haya llegado como lo hizo Grace for Drowning, no lo es menos que estamos ante otra obra magna de un hombre que solo se mueve en el terreno de la excelencia. Su capacidad de presentar siempre nuevos sonidos pero manteniéndose claramente reconocible, de hacer sonar contemporánea y auténtica a la vez una composición setentera, de integrar tantos estilos e influencias consiguiendo que no solo todo encaje sino que tenga un sonido signature, está al alcance de muy pocos. Mientras su talento, creatividad y versatilidad sigan rayando por encima de su ego, podemos estar seguros de que con cada entrega gozaremos de su arte sonoro. Porque sea como sea y valore como valore cada disco de Wilson, siempre tengo la misma sensación cuando me enfrento a ellos: la de estar ante una obra de arte. Y arte de autor. Que alguien me diga dónde encontrar en un mismo álbum dos temas como Perfect Life y Ancestral y que sea un álbum redondo. 

Puntuación: 9/10