… Y TOCAMOS EL CIELO…
El pasado 2 de mayo fue un día
tremendamente especial para un servidor: tras mi reciente regreso de China, Melomaniacs se volvía a reunir para
asistir a un concierto que, ni más ni menos, nos brindaba a los japoneses Mono,
banda que, sin ningún género de dudas, entra en mi TOP 5 musical de todos los
tiempos. Obviamente, el escenario era cuanto menos emocionante, en lo más
amplio y profundo del término.
Allí estábamos todos a excepción
de ChusNoMore, que es como el primo hermano al que se quiere con locura y que
emigró al extranjero a trabajar: se deja ver muy poco pero siempre está
presente en espíritu. Así pues, Grandpa, Grandson, The Metal Lawyer,
Psychedelic Mystic Dani y una invitada de excepción para la fecha, Rosa, junto
a quien les escribe, fuimos el megacomando melomaníaco
encargado de disfrutarnos y cubrir el evento.
Tras algo de investigación en la
red, la intrépida Helen Money había generado cierta expectación, no solo por su
idiosincrasia musical sino también por haber colaborado con sus cuerdas en
grabaciones de grupos como los propios Mono, Russian Circles o Anthrax. En la
cola del Apolo compartimos las ganas por descubrir en directo su propuesta, que,
para los profanos, consiste en su cello, muchos pedales de distorsión y altas
dosis de agresión sonora. En mi primer intento de síntesis explicativa tras
visionar alguno de sus vídeos en youtube,
afirmé que el rollo de esta americana resultaba de imaginar una mezcla entre la
densidad de Sunn O))), la construcción de temas vía loop station de Russian Circles y riffs a lo Tool, todo escupido impúdicamente al público por un
violoncelo tremendamente rabioso. Tras presenciar su directo, corroboro mis
conjeturas, en un acto de autocomplacencia que espero sepan perdonarme.
Los casi tres cuartos de hora que
tuvo la californiana de 55 años sobre las tablas de La [2] consiguieron algo de
mucho mérito para cualquier artista: no dejar indiferente a NADIE. Sus
atmósferas densas y opresivas fueron el telón de fondo de todos sus temas, en
los que muchos aprendimos todo el partido que se le puede sacar a un cello. Las técnicas de ejecución
variaban con fluidez y, así, podíamos verla en modo clásico frotar sus cuerdas con
el arco, y, solo un pestañeo después, usarlo para golpearlas con violencia... hasta acabar deshilachándolo. En
otras ocasiones, prescindía de él, pero no de la vehemencia en su técnica
manual de pizzicato y tapping. Sus loops permitían entremezclar todos estos recursos entre sí y
autoconstruir cada tema en directo, al más puro estilo Mike Sullivan. Algunas
baterías grabadas apoyaban determinados fragmentos. Muchos otros brotaban en
compases irregulares pero todo, siempre, bajo la furia disonante y el estruendo
sonoro subyacente a los brazos de Helen Money.
Las sensaciones tras la
conclusión de su actuación fueron dispares, como era presumible. Yo, sinceramente,
disfruté de su concierto. A algunos les sorprendió, a otros les aburrió, a
otros les pareció largo. A mí me gustan estas propuestas, y me parecen
necesarias en la música y en el arte en general. En el caso de Helen Money,
además de originalidad, transgresión y eclecticismo, se aprecia calidad y
actitud (pasión intensa durante los temas y humildad y cercanía entre ellos al
dirigirse al público) así que, desde aquí, mi aplauso para ella.
Turno para Mono y difícil tarea
la mía, la de intentar poner palabras a la orgía sensorial que se produjo bajo
el asfalto de Nou de la Rambla, 113. Yo sabía a lo que iba, no en vano era mi
cuarta presencia en uno de sus directos, pero no fui capaz de anticipar la
magnitud de la experiencia. ¿Sabéis por qué? Porque prever ese sonido y
ese-nivel-de-magia era imposible. Superaron todo lo superable y se elevaron
tan, pero tan alto, que a su mismo nivel solo podemos encontrar auténticas
deidades musicales.

Como era previsible, abrieron su
set con
Recoil, Ignite, primer corte de
su último disco,
Rays of Darkness, primero sin contar con arreglos de cuerda en
quince años. Durante los trece minutos de travesía inicial,
Taka y compañía
dejaron bien claro cuál iba a ser el camino a seguir. Cuando un grupo como
Mono, que se mueve en los extremos de la música, que estremece con la belleza
más frágil y pausada, que dinamita cajas torácicas y desata nuestra oscuridad
más profunda, suena tan jodidamente bien en su primer tema significa que el
viaje va a ser memorable. Y muchas otras cosas más, como que el nivel actual de
la banda es superior. Nada más terminar el corte, Grandpa y Metal Lawyer,
convinieron que solo con el primer tema habían destrozado el bolo de los
mismísmos
Russian Circles en Bikini de unas semanas atrás… y eso que RC son
palabras pero que muy mayores y que ambos son fans acérrimos de los de Chicago. Veamos, yo no estuve allí, pero para que Russian sonaran mal, muchos problemas
ajenos debieron padecer. Seguro.

Tras la demoledora apertura, los
oriundos de Tokyo dieron un paso atrás en su discografía y nos condujeron a un
tema (
Unseen Harbor) de su anterior obra (
For My Parents). Con él disfrutamos
de la vertiente más preciosista del grupo, en un corte donde los
tremolo picikings abren camino constantemente y en el que, en su
juego de dinámicas, el crescendo nunca llega a explotar pero el oyente siempre
se mantiene en alta excitación. Prosiguieron los nipones con
Kanata, esa joya
contenida en
The Last Dawn, publicado al mismo tiempo que
Rays of Darkness, y
con el que nos robaron el aliento y el corazón.
Tamaki se sentaba al teclado
para adentrarnos en uno de sus temas más bellos y que funcionó a la perfección
en directo.
El concierto avanzaba, inexorable,
por senderos de ensueño, y llegó
Pure As Snow como una corriente de aire tibio
para envolvernos y realzar nuestro vuelo todavía más arriba, todavía más gozoso.
En su inicio, nos elevaron allá donde se gesta la nieve, con esas guitarras tan
poéticas y sencillas, con esa percusión tan sutil y cuidada, y ese bajo
minimalista que envuelve el conjunto. Sentir las notas del desarrollo central
del tema en directo es algo impresionante: parecen crecer dentro de uno mismo e
invadir todo nuestro cuerpo, poco a poco, llenándonos, expandiéndonos. Idéntica
sensación parecía vivirse en el escenario:
Tamaki empezaba a desatarse al bajo,
Takada a incrementar la intensidad de sus golpes y, cuando el primer estallido
del tema nos abría los ojos, pudimos ver a
Taka y
Yoda en pie de guerra con sus
guitarras, por primera y única vez en la actuación. Y es que
Pure As Snow sonó tan bien, tan oscura y arrebatadora en su tormenta de
distorsión final, que se adueñó del público, sumiéndonos en un trance del que
nadie hubiese querido salir jamás. La épica final con ambos guitarristas
arrodillados, jugando con la saturación del sonido en sus pedales, suponía la
guinda al pico de clímax del concierto.

Por motivos todavía desconocidos,
Halcyon se caía del setlist y con ello
la oportunidad de escuchar una canción previa a sus últimos tres trabajos. Pasamos,
pues, a Where We Begin, también de The Last Dawn, en la que, manteniendo al máximo
la calidad del sonido, Mono nos ofrecía la posibilidad de disfrutar y tomar
algo de aire al mismo tiempo, ya que nos encontrábamos en la antesala del ocaso
del concierto. Para el mismo, nos tenían reservados dos temas más, ambos de
Hymn To The Immortal Wind, demostrando una vez más que es su álbum favorito y,
posiblemente, el de mayor calidad. Ashes In The Snow y Everlasting
Light fueron las escogidas, en un cierre típico de la banda, para acabar por
todo lo alto, retomando el vuelo que
supuso su compañera de álbum, Pure As Snow, y haciéndonos vibrar con todo su espectro
sonoro, de un extremo a otro.
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Grandson, Taka, Peter OD, The Metal Lawyer |
Tras acabar el espectáculo, en
esta ocasión, no había división de opiniones. Las caras y los cuerpos de la
gente hablaban por sí mismos: sonrisas, abrazos, ojos abiertos como platos
intentando dar crédito a lo vivido e, incluso, alguna lágrima cayendo mejilla
abajo… Mono se cascaron un concierto perfecto, con un sonido abrumador tanto en
la calma como en la tormenta, tormenta cuya ferocidad podría sacar los colores a muchos grupos
metaleros. El único pero que podría encontrarles es no haber escuchado Halcyon,
que se encontraba en su menú del día, aunque, tras lo presenciado, me
parece migajas. En definitiva, Mono
nos vuelven a demostrar que son un grupo único, tanto en sus preciosas obras de
estudio como en su apoteósico directo. Larga vida para ellos... y muchas visitas a Barcelona, por favor.
Club: La [2] de Apolo
Lugar: Barcelona
Fecha: 2.5.2015
Valoración:
Helen Money bien, pero demasiado ecléctica para agradar a todos.
Mono... en modo leyenda.
Comando Melomaniacs: Grandpa, Grandson, The Metal Lawyer, PM Dani, Peter OD.